miércoles, 17 de agosto de 2011

Remake-reposición veraniega

Textod e Damian Patón Fernández. Este texto forma parte de su libro, que saldrá el año que viene: TAL COMO SALE. Mas adelante ya daremos publicidad del libro y de la editorial. Reservado todos los derechos de autor. registrado en la prpiedad Intelectual.





         EL    ESTADIO   DEL PURGATORIO
          Damián Patón  Fernández








Vivo en una trinchera y cada día, arrojo toda la fuerza subversiva que habita en mí, para ordenar el caos que habita en mí. Soy el señor del caos y el caminante perdido en el más absoluto limbo. Soy el combatiente de todas las luchas interiores, que atrozmente, conviven en mí. Si observáis mi rostro por las mañanas, comprenderéis lo que quiero decir. Es el rostro del hombre que regresa del campo de batalla, con el alma llagada y el espíritu roto. La ciudad es la gran Pagoda del delirio. Los supermercados se alzan como templos flamígeros, en los cuales, hombres y mujeres, venden el alma, por un bajo precio y obtener una rauda felicidad de paso. Y todos los días, alguien se suicida, para seguir mal muriendo. La ciudad es el ancho y perfecto, engendro milimétrico, dónde el caos, conoce rostros de mil caracteres y sus habitantes, pierden los estribos a cada paso.
Mi ciudad es un tremendo infierno de Dante.
En cualquier ciudad podemos toparnos con auténticas fosas humanas, semejantes a deslumbrantes estallidos de luces neòn, bajo alucinantes carteles publicitarios. Y mientras desciendes, calle abajo, atraviesas un submundo de consumo enloquecedor, cegado por el giroscopio del edulcorado paraíso urbano, nutrido de bares , cantinas, pubs, cafeterías, rebosantes de alma ajenas y llamas, que improvisan conversaciones birlibirloques, oteando el amplio maremagnun que sigue a otros bulevares, mercerías, papelerías, colmados, supermercados, grandes almacenes, zapaterías y alguna que otra cochambrosa librería descolgada. Iglesias anegadas en medio del bullicio urbano. Y también existen; confesionarios, salones de frenéticos Testigos de Jehová, tiendas de fotografías. El purgatorio de la ciudad, alberga en la matriz de todos los tormentos, su “affiche”. Debido a las relampagueantes transformaciones del mundo material,- que no espiritual-, nuestra amada ciudad, nuestra linda penitenciaria, ha concebido el amable rostro de un perfil dilapidatorio. Aquí lo llamamos: EL ESTADIO DEL PURGATORIO. Este desmesurado jardín; esmerado, pulido y fabricado por la imagineria humana, ha sido creado para que la especie humana, “defeque” las aristas interiores, cinceladas por la agobiante labor de los propios demonios interiores. El Estadio del paraíso, es la inmaculada locura, por la que pagando el precio de un ticket, accedes a disfrutar de todos “los derechos prohibidos”. Es decir, “ejerces tú” libertad, desde el lado oscuro. Te permiten hacer aquello que los convencionalismos prohíben.
¿Quieres follarte a Marylin? No hay problema, aún cuando Marylin , este tan muerta como Matussalen. Puedes morder sus labios “hechos carne”, palpar el duro culo del erótico cadáver de la actriz, yerta y muerta, hace ya lustros. Introducirás la lengua, en lo más honda de su garganta. Ella jadeará y tú, podrás (si, podrás), sentirte vivo. SENTIRTE UN HOMBRE, hasta beberte, el flujo que mana del dichoso morral, que tiene entre las piernas. Sufrirás un orgasmo, cada tres minutos, como una de esas inexistentes mujeres, multiorgasmicas. Marylin se agitara, entre los muertos lujurioso, como presa en una maquina de abalorios, con correas de púas, succionándote y estrujándote hasta el tuétano. Y todo eso, gracias a las inyecciones de fantasía.
En el Estadio del Suicidio, sabe Dios, que disponen del veneno más mortal, que existe. Un funcionario, con aspecto de cucaracha, disminuirá tu aprehensión, convenciéndote razonablemente de que el suicidio, entendido filosóficamente, constituye un acto de libertad suprema. Y el veneno ingerido, haría bailar hasta un caballo, el baile de San Vito, antes de palmarla. Son los tributos de muertes obscenas y cómicas. ¿Qué mas cómico, que contratar a un lanzador de cuchillos, para que te apuñale siete veces y resucites cuando te apetezca? O dispararte con un revolver de tambor, sin volarte la tapa de los sesos y  así no dejar engorrosas manchas de sangre y masa encefálica.
En el estadio del Crimen, el juego fantasioso, toma otro cariz, más sórdido, si cabe. Parricidios macabros. Negros africanos, que sueñan metamorfosearse en voraces panteras, devorando a blancos racistas. Hijos que asesinan a padres ingratos. Cónyuges crueles que descuartizan al ser amado. Empresarios codiciosos, asesinos indiscriminados de trabajadores modestos. Amigos odiosos, eliminados a tiros. Genocidios absurdos, practicados contra las razas no blancas, por parte de los ciudadanos más recatados. Siniestros individuos que cometen incesto, en la más desgarrada y descarnada pornografía particular, en las personas de madres, padres, hijos, abuelos, hermanos, nietos, sobrinos…El Estadio de las Revoluciones, reina en constante destrucción. En Rusia, (la paupérrima Rusia, que actualmente todos conocemos), un ex-funcionario de la KGB, aspiró grandes dosis de furia revolucionaria fantástica y creyó que luchaba cuerpo a cuerpo, en el palacio de Invierno, fusilando a todo el gobierno demócrata, encarcelando a Lenin y Stalin, por “farsantes”. Elevando al zar a la categoría de “Mesías tonto”. Poblando Moscú de iglesias ortodoxas. Conviviendo en curioso mestizaje ideológico, el Capital de Marx y el catolicismo. ¡Qué irreverente cinestesia la del purgatorio feliz!  En el estadio Femenino, las mujeres corroboran el amplio abanico liberador de su condición. Ellas, alumbraban hijos a su medida. Abortar libremente, sin consentimiento de la pareja o la sociedad. Eran madres dioses, castradoras del padre. Ya no necesitaban al hombre. La ciencia les ha pertrechado del “fruto de su vientre concebido”. Dan a luz, sin dolor y sin traumas y sin…hombres-padres. Mujeres que creían, a pies juntillas, que parian , pequeños genios retorcidos de la categoría de Einstein, Charlot, Picasso, Hitler o Jesucristo. Se censo un grupo de mujeres que parieron: Cristos y Budas a tropel, colérica y desenfrenadamente. Otras mujeres anhelaban disfrutar libremente del placer de sus cuerpos (templo inmaculado). Territorio único y exclusivo -, sin el temor del embarazo y el agobiante uso de los anticonceptivos. Deseaban embarazarse a voluntad. Exigían, en su envidiosa fantasía, poseer el cerebro del hombre, dominar el mundo de los hombres, usarlos como objetos y soñaban (ingenuamente), que ellos padecerían la menstruación, los dolores de parto y ellas les preñaban. Ellos experimentarían en carne propia, la menopausia. Las madres que habían perdido a sus hijos queridos, les recuperaban “gracias al poder clónico”, del Estadio de los Muertos y Los Resucitados. Nunca antes un ser querido, muerto veinte años atrás, resultaba tan cálido, afectuoso y VIVO.
El extenso decálogo de fantasías del estadio del paraíso, es inabarcable. Los impotentes deliran con duras e interminables erecciones, hasta el hastío. El eyaculador precoz, regula la eyaculaciòn, en el momento justo y preciso. El infinito mundo que nos rodea, gracias al Dios Padre Ciencia: hombres reversibles en mujeres. Mujeres reversibles en hombres. Todas las frustraciones- casi todas-, transformadas en la artillería del logro artificial, pero real. Y la realidad, es que regresamos al mundo cotidiano, al lastre, al zozobrante barco en el mar picado de la existencia, monótona y criminal de todos los días, nosotros, benévolos y traidores huéspedes de la Tierra. La realidad es una gran mentira y permitimos (trágicamente), que los poderosos la dirijan a su gusto. Nosotros hemos de conquistar nuestra libertad y entre ellas, la libertad de ser. ¿No lo creéis así?-


Horta- Barcelona, 1999.


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