lunes, 24 de noviembre de 2014

SOBRE: AFERRADA A LA VIDA DE GIOVANNA VALLS GALFETTI


SOBRE: AFERRADA A LA VIDA DE GIOVANNA VALLS GALFETTI
                 (Diario de un Renacimiento)/ Editado por RBA/255 paginas.

(Mikel Goldstain/Todos los derechos reservados/24 de noviembre de 2014/Barcelona)



           
En la página 239 de AFERRADA A LA VIDA, en una carta dirigida a Javi, la autora, escribe en un párrafo final: EL ALMA AVISA. Aquí en esta cartografía del alma, entre encuentros y desencuentros, entre cartas compartidas con las experiencias vitales-constructivas y destructivas-, hilando una especie de tejido de los hechos de sí misma, con los otros, con sus seres queridos, con las más duras experiencias. Giovanna Valls, nos habla de su liberación del infierno-para mí sería más exacto del purgatorio, que es una especie de limbo entre el cielo y la Tierra-, de las drogas. Habita en el libro, a través del radio extenso de sus experiencias vitales-hasta la clarividencia de Prato Raso, en el conocimiento de la Ayahuasca-, un aliento vital de alcanzar el cielo de la libertad, una libertad que extralimita el cuerpo y los sentidos que nos atrapan en la química del deseo encadenado por la sustancia. Irradia una prosa a veces líricamente callada, como esas neblinas que subyacen sobre el arco iris, tras una frugal tormenta tropical. Todo el libro es una búsqueda hacia atrás, una búsqueda, que más que añorar el tiempo encadenado por la esclavitud psíquica, es una añoranza de ser ella misma. En todo el libro está omnipresente su madre (con quién intercala Diarios), y su padre, en otros momentos su hermano-Primer Ministro de Francia: Manuel Valls-.Pero lo que aquí cuenta al leer estas páginas es la sorprendente fuerza y optimismo desazonado con la que la autora nos explica su testimonio vital. La Ayahuasca, no es más que un conductor-supongo-, que nos acerca al nexo de nuestra fuerza vital. La fuerza, esa fuerza superior con la que nos explica cómo sale de la oscuridad,  lanzando una flecha de fuego hacia el presente, el futuro y ella misma. La antorcha que así misma se ilumina. Una sensibilidad especial se esparce por entre las cartas compartidas. Lo más hermoso es que todos ven su liberación como el encuentro de quién está bajo las cadenas. Es decir se trasluce que saben quién es ella misma bajo la máscara ritual de la enfermedad. La autora, escribe este testimonio, como un homenaje y celebración a todos aquellos, a quienes ha conocido y compartido en el camino. Los que ya no están: su padre, algunos colegas desaparecidos, amores afortunados o desafortunados. Y los que siguen esperándola en casa, para decirle que la niñez no es un paraíso perdido, que el amor de los suyos y de los otros, bueno o malo, es siempre un renacimiento.
 
Skype: damian48518

sábado, 1 de noviembre de 2014

MEMORIAS DEL SIDA (A MIS AMIGOS MUERTOS)


Artículo de Mikel Goldstain./Reservado todos los derechos/ 1 de noviembre/ Barcelona.
 
 
 

 Este artículo, si así puede llamársele, es en memoria de mis colegas que ya no están aquí, en este mundo-o al menos el mundo visible que nosotros percibimos.-.Y no están aquí, porque se los llevó la enfermedad del sida. También escribo estas palabras, a los hombres y mujeres, valientes que mantienen a raya esa negra bestia de la enfermedad del sida, como pudiera ser otra enfermedad. Para mí la peor enfermedad es el rechazo. Todo esto lo digo con el corazón en la mano-aunque siempre lo tengo en el pecho-. Mis memorias del sida se llenan de la tinta del recuerdo de hace ya décadas. Y es que tengo algunos años. Aquella época teñida de Eastman color, cuando Frederick Mercury se fue al Garate y yo, tuve que hacerme la dichosa prueba del sida. En la pantalla vigilante del televisor, se morían todos los que llenaban nuestras horas de ocio moribundo sin dioses: Rock Hudson,  el machote que se murió. Reagan y sus acólitos decidieron perseguir a los que ellos llamaban sodomitas. Se montó una nefasta campaña contra los homosexuales y promiscuos, en la que poco menos, constituían el mal encarnado en el cielo de este purgatorio que suelen llamar Tierra. Y yo me llene de tatuajes de dolor y rechazo. Los dibujos del asco, amartilleaban mi cuerpo. Recuerdo la visita al médico de cabecera y aquella enfermera idiota- ¿existe otro calificativo?-, cuando lleno de vergüenza pedí hacerme la prueba del sida, debido a mis mariposeos-y no voy a ponerme aquí hablar de mi vida privada-. La enfermera no disimuló su rechazo: resoplando, y haciendo gestos de asco delante de mí. Y recuerdo al médico comprensivo y calmo. Así que me hice las  pruebas en el centro de Enfermedades Tropicales. Fueron quince terribles días de angustia. No pude irme con ninguna bailarina, ni abrazar a ninguna y eso en aquella época era pedírmelo todo. Satán sabe de qué hablo, por eso pongo siempre velas a Satán.. Cuando pasaron aquellos quince días, no me es posible olvidar al batallón de gente que esperaba a los resultados. Personas de toda índole y condición. Muchos nerviosos y aterrorizados. Ellas, ellos y todos los otros. Entré en la consulta temblando. El médico comprensivo, me dio la enhorabuena. No tenía nada. Parecía deprimido y hablé un poco con él. Me dijo que muchos a los que le comunicaba la fatal noticia, rompían en llanto, amenazando con suicidarse. A partir dese momento, me hice voluntario en una asociación creada por la Generalitat, que más tarde comprendí, era pura intención política. Resulta despreciable, como muchos asistentes sociales , jugaron con la buena voluntad de la gente.Acompañaba a varios tipos en el Hospital del Mar, como voluntario. Concretamente a dos: el presidiario y un tipo  muy desafortunado. El presidiario  (un canalla, sin duda alguna), sabiendo que tenía el sida, se lo contagió a su mujer a cosa hecha. Un tipo nada recomendable. El otro enfermo, le contagio el sida una bailarina del Bagdad, aparte de saquearle la cartilla bancaria. No se imaginan ustedes el aspecto que tenía, por decirlo con palabras suaves: parecía un esqueleto vestido con una fina capa de piel y me quedo corto. Luego, conocí a más gente. Mucha más: mujeres hermosas con cintura de bailarina que se murieron con el paso de los años, por causa del sida. Me es imposible olvidar a una chica, en especial. Oh, que hermosa era y como me gustaba. Su risa y sus berrinches. Como acariciaba y como se reía. Yo solo sé ,los sentimientos que tengo respecto a ellas, solo que ella ya no está. Pero yo la quería mucha. Si, la quería mucho. Nada más finalizar nuestra catastrófica relación, se contagió. Otras personas con un gran valor, que no salen en televisión-afortunadamente, detesto a  toda esa gente de la televisión-, héroes de la vida cotidiana, (por que no necesitamos ni la televisión, ni a los famosillos para que comprendamos el valor de la vida), se quedaron en el camino. : Quiero añadir entre ellos, a un poeta, que se hacía llamar. Carlos Iguana-, nombre de un personaje de Lorca-. Carlos Iguana, se contagió del sida, por compartir jeringuillas .Librado de la heroína, padecía dispepsia. Alcohólico en estado puro, siempre estaba metido en líos y  peleas, Se le iba literalmente la cabeza a veces. Por eso tuve que dejar su amistad, por su cruce de cables, no por el sida. Murió en el año dos mil doce, creo. Lo barrió por entero la enfermedad. Decía que no podía estar con mujeres. Se negaba este bien del paraíso terrenal y siempre me advertía, en aquel entones, de mis huidas con las bailarinas. Como siempre he sido muy feo, pocas eran las huidas. Seamos claros.
  Quiero rendir un homenaje a todas estas personas. No eran ni mejores, ni peores que tú, que yo o cualquier otro. No eran famosos, ni poetas muchos de ellos, ni tampoco pillaron el Sida, con las drogas, sino que, como aquella chica de  quince años, le contagio el sida su novio , quién a su vez pillo el sida, practicando el sexo con prostitutas sin preservativos. Nadie les echó una mano o simplemente fueron sombras que recorren la tierra, como muchos que mueren de otras enfermedades, como el cáncer, por ejemplo, que para mí, sí que es una verdadera lacra. Pero todos sufrieron el  peor cáncer: el rechazo en su momento de todos, incluyendo amigos, familiares…Y eso , sí que mata…no hay medicamento que lo cure. No olvido libros emblemáticos, como. AL AMIGO QUE NO ME SALVÓ LA VIDA, DE Hervé Guibert . (Es uno de sus libros) Tampoco la película francesa, cuyo director-bisexual-, víctima del sida: LAS NOCHES SALVAJES. Memorias del Sida. A mis muertos conocidos.

 


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