martes, 22 de diciembre de 2015

LA AVENTURA PSICODELICA DE ALBERT EKAI- Fragmentos-.

Primera edición.
Barcelona, diciembre de 2015. (Versión digital: AMAZON. ES/ LEKTU)
Precio: 3 euros-
@Mikel Goldstain
http:literaturapsicodelica.blogspot.com.es//
ISBN 978 84-942188-9-7
Diseño gráfico:
Ricard Millàs
Primera edición en Papel: Abril de 2016- Editado por LARMBOOKS
Páginas :48
Precio:9 euros.
ISBN:978-84-942230-8-2
Impreso en España


Queda terminantemente prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, cualquiera que sea el medio empleado (mecánico,electrónico, fotocopia, etc.) sin la autorización expresa del copyright.

Esta obra está registrada en la Propiedad intelectual de la Generalitat de Cataluña.


Aquí os presentamos un fragmento de la novela corta de Mikel Goldstain: LA AVENTURA PSICÓDELICA DE ALBERT EKAI. Podeis encontrarla en papel, editado por LARMBOOKS, a 9 euros. En versión digital, por AMAZON. ES/ TEKTU, a 3 euros.Espero os guste. y os aviso, en cuanto esté disponible.



                                         






 1

Albert tuvo un sueño horrible: soñó que una pantera negra, le devoraba con hambre atrasada. El sueño era el resultado de su permanente estado de “colocación”. Pasó toda la noche durmiendo en la extraña casa, de Vicent, un tipo que conoció la noche anterior, en un local kistch. Cuando abrió los ojos, descubrió que la habitación era un agujero claustrofóbico. Hediondo. Estaba aún, demasiado colocado, para advertirlo con toda claridad. Además, debía cumplir cierto “encargo”. Promesas incumplidas, para el nuevo farlopa de Vicent. Evitaba plantearse la realidad de los hechos o su tesitura moral. Grillao con la marihuana y otros alucinógenos, vivía sobrao con todo eso. Conoció al farlopa de Vicent, en el cuchitril Kisch, bebiendo birras combinada con éxtasis, tripi y A-4. El cielo del local, le causó la impresión de estar sembrado de sirenas en perpetuo estado orgásmico. No importaba. ¿Por qué iba a importar? Se metieron de casi todo, hasta el culo. No más. Y apalancado en el cuchitril, durmió a pierna suelta. El piso era un mausoleo. La habitación hacía las veces de columpio de espuma rodante y arco iris mecido al compás de la música gurú. Salió de la habitación, aterrizando en la cocina. Amanecía. Probó café amargo y mordisqueo sin ganas tortitas de aceite. Vicent, le dejó lo prometido. El manjar de los colocaos: Cocaína, éxtasis, hachís, mierda sintética. Todo lo introdujo con manos temblorosas en una bolsa de plástico. Se rulo un porro. El deleite de los dioses. En el cuarto de baño, hizo sus necesidades, mientras se reía de la imagen que reflejaba el espejo.  Harto de vivir sometido a las normas innecesarias, optó por liberarse con las drogas. Y ahora era esclavo de las mismas drogas. Era el último alucinado de la historia. Regresó a la claustrofóbica habitación. La atmósfera viciada, despedía un hedor insoportable. Abrió la ventana, recibiendo en su plenitud la luz del Sol de septiembre. Respiró aire fresco. Y los vio…esparcidos como piezas de un puzle descuartizado. Cadáveres. Cadáveres imantados en charcos de sangre. Cadáveres de hombres y mujeres en el suelo, en la cama, en los rincones del pasillo. Cadáveres degollados, con la boca abierta, los ojos en blanco. Gritó. Y vomitó. Durante toda la noche, sin saberlo, había dormido en compañía de cadáveres. Arrancó en un llanto terrible, presa de temblores, mientras atacaba el porro y buscaba esnifar algo, para huir del asco, el terror, el miedo y la desolación. En el casi ridículo intento de huir de la habitación, pisó tambaleándose los cadáveres. Cadáveres en el salón. Cadáveres en la cocina. Cadáveres en todas partes.


viernes, 23 de octubre de 2015

Tal como sale -Primeros Capítulos- Fragmentos

Primeras Páginas del libro TAL COMO SALE, Editado por Ediciones Carena./ autor: Damián Patón Fernández. Reservado todos los derechos.
 
 
 
 



  

Primera edición: marzo de 2013

© Damián Patón Fernández

© Ediciones Carena

c/ Alpens, 8

08014 Barcelona

Tel. 934 310 283

www.edicionescarena.org

carena@edicionescarena.org

Diseño cubierta: Davinia Martín

Maquetación: Patricia Vélez

Corrección: Begoña Eladi

Depósito legal: B-9225/2013

ISBN: 978-84-15681-54-0

Bajo las sanciones establecidas por las leyes, quedan rigurosamente prohibi­das, sin la autorización por escrito de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento mecánico o electrónico, actual o futuro —incluyendo las fotocopias y la difusión a través de Internet— y la distribución de ejemplares de esta edición mediante alquiler o préstamo público.

 

 

1

Desde el principio fui otro que no era yo. No me hallaba en sí. Sin otra condición y en busca de mí mismo, me extravíe por los senderos y círculos de la vida, al modo de Dante en su comedia. Y hallé, otro que era yo, pero no era. Moldeado al gusto y el parecer de los demás. Era como la flauta, por cuyos huecos soplaba y silbaba la música de los otros, entona­da en mí. Pero yo sabía que iba extraviado por los senderos de la vida y que los lobos hambrientos añoraban la carnaza. Nadie me entendía. Solitario todos los días de mi vida. Solo conmigo mismo. Luchador en el mar sin navío de mí mismo. Dije a todo sí y al abrir la boca, hablaba otros idiomas y cuando decía lo que anhelaban oír, era extranjero en casa. Extraño en familia; mi patria, mi exilio. Y creían que hablaba, palabras de otros tiempos.

Esto os cuento.

Soy el médium… Vuestro médium.

…pero bueno, este festín es para disfrutar. Y mis palabras, para los pocos que quieran leerlas. ¿Querrá leerlas alguien? ¿De verdad? ¿Lee alguien hoy? ¿Quién? ¡Los ciegos, los cie­gos! Quizá dentro de poco, todos los libros de la enorme bi­blioteca de la Tierra ardan en la pira del terrible fuego de las más bellas imágenes. Y nos ahogaremos, cual Narcisos, en el opaco espejo de las pantallas del celuloide. No necesitaremos espejos. El espejo será la «imagen». Y lo superficial sustituirá paulatinamente a lo auténtico. Y leer y amar y cortejar será cosa de milagro. Lo inocuo se cotiza alto en la bolsa. Son los perversos tiempos del capitalismo, demoníaco y oculto. Su fin y proeza, sin humanidad.


2

Me llamo Mikel Goldstain y soy una entidad subversiva. El rayo que me penetra. La furia que revela mis perturbaciones de ánimo. El cero y el múltiplo. «Estoy tan muerto, que el resto de la humanidad apesta a vida». Soy una perfecta aberración. Nací con un tatuaje: «El escorpión y la salamandra, luchando en el círculo de fuego». He huido de tanta lujuria y lascivia que me martirizaba como una fiebre salvaje. «Es mi educación». Debe ser mi educación y la debilidad que me nombra. Debe ser que nunca pude aceptar a mis padres. «Debe ser mi jodida educa­ción, maldita sea». Yo no tenía problemas. No los problemas de todos esos gilipollas que ruedan por la «gran noria zanaho­ria de la normalidad». Soy tan normal que mi sensibilidad se expande como un fuego que todo lo incendia. «Destrucción y construcción», este es mi nombre.

Este es el fin de todo.

Aquí podría explicar por qué no me gusta la gente. Aquí podría explicar por qué creo que la gente es cruel y su cruel­dad contribuye a que nos comportemos como la escoria que somos. No creo en la gente, porque no me gusta y «yo soy la gente». No creo en Dios, ni en dioses. No creo en la sociedad de consumo, «pero es la única que tengo». Estoy tan muerto que asciendo a la resurrección de este caos que todo lo engen­dra. El sexo es como destruir, como sacar la lengua y explorar el infinito. El cielo estaba allí, ahora que lo pienso, ahora que pienso en todo eso… en todas las humillaciones sufridas, en todos los golpes recibidos y en mi familia. Por lo que a mí respecta, mi familia es lo peor que me ha podido ocurrir. A pesar de ser hijo de familia numerosa, a pesar del cáncer que a todos nos devora, si lo que han llamado mi familia, esto es: mis padres y hermanos (esos extraños) murieran, no sentiría nada. De hecho, los vínculos de sangre no significan nada. Los vínculos de afecto, de cariño, de compañía… contienen el significado puro y profundo del amor. El significado de la palabra familia es el significado de la destrucción sistemática, del odio progresivo en la fricción constante. Toda familia en mayor o menor medida es el nido donde confluye la unión por intereses de supervivencia, de religión, de seguridad… la mujer establece esa sintonía. El hombre la capta y la deforma.

 

Estoy destruyéndome. Infinitos mundo habitan en mí. Estoy buscando la legión de apestados que conviven en mí. Soy una anomalía absoluta. Y esto es lo que os quiero contar. El cero desnudo. La sangre pura y cristalina.

Estoy atrapado dentro de mí. Las sucesivas imágenes de do­lor, humillación y rencor me martirizan. Estoy atrapado den­tro de mi gran ego. Estoy atrapado.

A menudo siento una soledad que ni las palabras son capa­ces de definir. Una soledad que no es de este mundo.

Estamos aquí, afluyendo como bandadas de ceros infinitos, en llanuras secretas de desiertos repletos de multitudes de so­ledad.

3

La familia a la que pertenecía era un fracaso absoluto. Un conjunto de tarados, de cretinos, ignorantes y gilipollas. Esta­ban orgullosos de su ignorancia, de su asquerosa vulgaridad. Eran tan mediocres que daban asco y no porque carecieran de medios, que carecían, sino porque eran lacayos absolutos. Mi madre me expulsó de su vagina a una edad tan temprana que hoy sería considerado delito. No sé quién es mi padre, y aún sigo sin saberlo, pero parece ser que yo era culpable de eso, porque mi madre fue a casarse con el más imbécil del barrio y dio a luz a otros tantos idiotas como yo. Con el paso de los años, recuerdo humillaciones sufridas y con profundo rencor, todo el daño que aquello hizo a mi alma, asumiendo una res­ponsabilidad, una frustración que no me correspondía. Yo tenía una marca: una cicatriz, yo tenía un «estigma». Ahora lo veo claro… «un estigma». Por haber nacido en el seno de una familia po­bre, de clase obrera, al borde de la miseria, por haber nacido en un mundo «que sí me pertenecía», pero no me quería, por haber sido hijo de padre desconocido, pero con padre acredi­tado, tenía que pasarlas putas. Y las pasé. Desde niño se me impedía que prosperara. Había nacido en un país como este en el cual, venir de abajo, es un insulto. Pertenecer a la clase obrera es una lacra. Los primeros traidores son los hijos de la clase obrera. Estaba condenado. Tenía un estigma, un profun­do estigma. Por mucho que me empeñara en rebajarme a su nivel —el nivel de los trogloditas y los mediocres voluntarios, con menos luces que un cascabel— no me quedaba otra; o me extinguía. Pero joder, siempre estaba presente el maldito asun­to; ¡de que yo no era parte de ellos, sino una mitad! ¡Coño, siempre era culpable de haber nacido de la manera en la que nací! Mi madre, precisamente, no colaboró. Hay que reconocerlo: a mi madre le costó mucho aquel polvo, con quien fuera. Jamás he sabido quién era mi padre y no creo que a estas alturas lo sepa. Y eso es algo que ya no me importa mucho. Probablemente haya sufrido un escarnio inconsciente, probablemente mi ma­dre hubiera sufrido humillaciones absolutas… probablemen­te, si hubiera tenido más arrojo —que no lo tenía y tampoco la dejaban— podría haber tenido una vida más digna. Y no me refiero a que no tuviera un plato donde comer, sino al calor de una familia, como debe ser. Pero todo lo que es familia, es hipocresía, es mentira. Por lo menos en mi caso. Todo eso me da náuseas. No hubo cometas el día de mi nacimiento y, según los astrólogos, no estaba predestinado a ser un ¡gran hombre! —ya tiene cojones el asunto— sino más bien a ser un médium. Nací con un radar. El día en que nací, la Luna negra se posicionó. Un Sol de fuego cayó como un jarro de agua fría, el noviembre más otoñal que jamás mis padres recordarán. Cuando nací, no sucedió nada especial. Lo cual estaba bien, porque te sitúa dónde estás: eres un simple ser humano como los demás; comes por la boca, ves por los ojos y cagas por el mismo agujero que reyes, zares, emperadores y chusma con poder. Mi madre me expulsó de su vagina, entre dilataciones. Era mediodía y el fuego ardía. El agua oscura de noviembre daba hostias a los árboles. Las hojas caían como cuchillas de afeitar y creo que ese día la diñaron, otros tantos como yo. Ese día estrenaron el látigo eléctrico y comenzaron las batidas en Vietnam. Franco seguía haciendo de adiestrador de lame­culos, en mi país, España. Tuve que nacer en España, que es casi como nacer en un cubo de basura, infecto por el perfume de la peor maldad que pueda existir, solo comparable al espí­ritu chino —esa raza asiática que detesto y que son lo peor que puede ocurrirle a la humanidad, junto con los indios—. Entonces, en aquel jodido hospital de mugre, de pobres, no tenían ni ropa para vestirme. Debí haberlo previsto, pero con ese signo de la crucifixión atea, con esa rara lógica de las ra­meras que te dan placer por cuatro chavos, sin ningún cortejo, yo ya estaba en las puertas del infierno, en la selva de la vida, en mitad de la selva de la vida, parodiando a mi colega Dante. Como jamás he escrito una dichosa línea que valiera la pena y como no soy lírico, por nacimiento, como soy un escritor os­curo que escribe en la sombra, como nadie hasta ahora se ha atrevido a publicarme, debo decir que nací en el momento más inexacto. Marte se posicionaba en medio de un estallido de cólera —como le corresponde a Marte, el dios de la guerra—. Mercurio derramaba su venenoso poder durante los próximos milenios —ya no existiremos y estas palabras ya no existirán cuando la especie humana desaparezca—. La Tierra, nuestro planeta saqueado por el gran prostíbulo del consumismo, la industria y el gran depredador hombre, será una letrina he­dionda donde los excrementos, el detritus y toda la podredum­bre florecerán. Los extraterrestres vendrán de otros mundos a darse su festín glorioso y no estaremos para jodernos. Los depósitos de cadáveres tendrán una muerte silenciosa, como corresponde. La luna negra dominaba mi horizonte y el lado mágico, me lo dio Capricornio, en la media noche. Cuanto más tiempo pasa, más profundo y alegre me vuelvo. ¡Cuánto más cerca estoy de la muerte con mi radar, con mi sentido médium, con mi sensibilidad de ninfómana herida, de loco clarividen­te, más cerca estoy de la muerte y de comprender! Nací bajo el signo del escorpión, con el ascendente en acuario. Por ser escorpión-acuario, dualidad de revolución espiritual, de revo­lución constante y de impotencia absoluta, a la vez que vierto mi manantial de creatividad… quizás por ser quien soy —tal vez, «hasta por eso»— tengo un destino que voy escribiendo, y cuando llegue esa hora absoluta, «cuando la picha ya no se ponga tiesa» y tenga que tomar viagra, cuando sea el final de mi vida —morir con dignidad, por favor— mis palabras abrirán vues­tras carnes y me diréis ¡en qué pensaba cuando escribía; y yo os diré: en el jardín de las delicias, en estar solo y sentir fluir mi paz interior, en mi triste México, en mi horrible España… en mi amada Cuba, desesperada, en mi mujer, en las mujeres, en mis hijos, en mis amigos… ¡Soy un incomprendido! Soy un cobarde. Siempre lo he sido. No soy un tipo que valga para darse puñetazos, pero me defiendo. Joder, yo tenía mi maravi­lloso ¡lado mágico! Nací justo cuando la idea de vender a Dios en los supermercados no era válida. Pasé gran parte de mi niñez, apartado, siempre recibiendo hostias. En la escuela, es­taba rodeado de la peor chusma y seguí recibiendo hostias por parte de los más marginados: moros, gitanos, hijos de yonquis y ellos futuros yonquis; incluso abusaron sexualmente de mí a los trece años, metiéndome sus pichas en la boca… forzán­dome a ello «cuando los profes miraban hacia otro lado». Era una mediocridad absoluta, a la fuerza. Sí, fui víctima de abu­sos sexuales por parte de mis propios compañeros de escuela. Durante décadas, fui una sombra gris que todos apartaban a un lado, que todos ninguneaban. Dentro de mí, hervía mi ver­dadero «ser»… el «yo», es otro asunto… el «yo», es temporal… el «ser», es la vida, eres tú, hasta que ya no habitas en el «yo»…

4
 

¿De qué sirve hoy la rebeldía?

La perra del usurpador sigue en celo. Y nosotros, como las se­millas que el viento empujó, crecemos allá, como la mala hierba.

Porque tenéis que saberlo, hoy no es tiempo de rebelión, a voz en grito, de cosechar el fuego en las entrañas. Hoy la perra, que está en celo, «lo hace de otra manera».

«Hoy la rebelión» y la revolución, las venden en los super­mercados.

«Hoy» todo está dictado en Internet, en la televisión, en los spot publicitarios, en los periódicos, en la radio, en los políti­cos, incluso el vecino te dirá que es mejor ¡ver, oír y callar! Al fin y al cabo, «mientras no te toque a ti».

Porque en África, la perra que está en celo ha parido cientos de cadáveres famélicos y una rosa caníbal que lo devora todo: expolio, Ébola, sida, sarampión y millones de cadáveres de ni­ños que aún no sabían pronunciar la palabra madre.

«En Europa del Este, la misma perra que está en celo en­vío sus lujurias» y los antropófagos regímenes dictatoriales del comunismo se metamorfosearon, de repente, en el monstruo híbrido de mafias y capitalismos salvajes que deja en mantillas a la madre de todos los capitalistas.

Pero así están los tiempos: los musulmanes invocan a su Alá, humillando y ejecutando a toda mujer que se atreva a alzar el puño y gritar que es ante todo, ¡libre y persona!

«Los árabes piden la libertad que les pertenece, expoliados por Europa… por Occidente».

«Los chinos practican el capitalismo sin democracia y su fu­ria asesina paga con silencio de créditos a Europa y Estados Unidos».

«A otras soledades y masacres vamos».

Y las ejecuciones públicas, y el tráfico de órganos con la bru­tal saña que les caracteriza, y su maravilloso deseo de fomen­tar la libertad de expresión aplicando la cadena perpetua, y su asqueroso deseo de que el resto del mundo deba temblar, porque, claro, a ellos no se les debe molestar.

A ellos, a los perros chinos, como los perros estadouniden­ses, como los perros fanáticos indios y como los perros espa­ñoles, diciendo a todos que sí, que claro… que nuestro país es un burdel.

Mas no os preocupéis, llegarán otros tiempos.

Llegará el tiempo del huracán infinito. Del alba crucificada por el ocaso hambriento de oscuridad. De una angustia in­flexible. De un hambre que no solo hace llamear de ruido al estómago, sino al ser humano mismo. Será un tiempo, quizás lejano o próximo, donde el ser humano se volverá hibrido, an­drógino, hermafrodita... y mientras esto vaya sucediéndose, to­dos ansiarán amor y caricias, todos ansiarán un labio puro que les bese o el calor de una mano amiga. Los trepas ascenderán y caerán, cortados por el chachachá afilado de su inhumanidad. Las mujeres imitarán al hombre en lo peor y perderán su ore­mus original. El hombre aceptará el juego, por una cuestión de dinero y poder. El nuevo puritanismo ejecutará su compás: nadie debe tocar o mirar al otro, tanto más si es mujer, niño o animal. El hombre, como sexo masculino, será culpable de todo, hasta que el poder de la agenda oculta diga lo contrario. Y los chinos acabarán destrozando lo que ya está de por sí, destrozado. Adiós Europa. Adiós Occidente.

Adiós a todo lo ganado, por lo perdido. Adiós a las revo­luciones interesadas y fáciles que compartían cama y cuerpo con los gobiernos de turno, con los esbirros con sobredosis de poder.
Adiós a la fragancia secreta y creativa de todo… adiós a los versos, al cielo, a las perfectas obras maestras en imágenes, a la sinfonía. Ahora viene otra Era, mejor, en algún caso, gélida como el témpano. Nadie quiere morir solo. Nadie quiere el desprecio. Y el gran universo se contraerá, absorbido por los agujeros negros y seres de otros planetas, de otros mundos vendrán, a este planeta que un día se apagará; hermosa luz de mi aldea o de mi casa.

Ganará la sonrisa del niño. La inocencia futura del que na­cerá y decapitará a los que usaron la revolución, la sangre de nuestros antepasados para convertirla en un poder, manejado desde dentro del mismo poder. Y surgirá, el nuevo rebelde, el nuevo revolucionario, pero éste «no menstruará». Tendrá espíritu… tendrá alma.

El «tiempo del fin», cuando la naturaleza prostituida, expo­liada, humillada, saque a flote sus sedientos jinetes de vengan­za, los desiertos y el Sol de fuego y agua nos devorarán. Pero antes, como siempre, vendrá la era del espíritu para decirnos que el fin es este y que no hay otro planeta, no. Pero sí otra casa, sí otros seres, sí otra luz voraz que nos ilumine el camino, sí otro silencio. El trigo será mecido por la brisa, como el jaz­mín que llena de olor la soledad profunda de noches que han de venir, y nutriremos nuestro ser del hueco de nuevas fuerzas y esperanzas, de ilusiones aprehendidas de errores pasados. Para eso servirá la rebeldía permanente, no la revolución que muere cada minuto.

La alegría, la risa, librará al mun­do, demasiado serio y tecnológico, de padecer por el futuro, solo por dinero y trabajo. O con trabajo, pero sin dinero. Y hablaremos de tú a tú y fornicaremos, hasta que nos caiga­mos en pedazos y Dios repartirá flores a los ancianos para que tengan niños en jardines sin jardineros. Todos será pura risa, hasta la indiferencia no podrá sostenerse en pie y nos moriremos, viendo el último Sol, cuando la primera Luna haya huido hacia otros mundos. Nuestros ojos serán verdes y las colinas el fin de nuestras vidas. Y únicamente cuando esto ocurra, cuando nuestros ojos adquieran esa capacidad estre­mecedora para mirar más allá, para salir de lo superficial, del asqueroso consumismo, de la última revolución pendiente de la especie humana: LA REVOLUCIÓN ESPIRITUAL… entonces, podremos ser libres.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

PEQUEÑOS GESTOS


Artículo de Mikel Goldstain/Reservado todos los derechos/Septiembre 2016-Barcelona


A veces las palabras se acaban. La realidad suprema las cerca, las golpea con sus imágenes. Las arrincona. Te quedas, seco como charco convertido en puro lodo. Sientes que te ha estafado el tahúr, que acaso, estaba dándote juegos de magia. Pero las palabras no bastan, como los poemas, como las canciones, como la música. Uno se cansa de la náusea de las imágenes manipuladas en la televisión: ahora les ha tocado a los pocos huidos de todas las guerras catástrofes y demás. Lo más horrible, es la manipulación: siempre implorando al de abajo, para que acuda en ayuda de otros más desfavorecidos y los oligarcas, se escudan en sus atalayas…Eso si los de abajo como siempre pringando en todo. Pringando en todo y siendo insolidarios consigo mismos. Pero las palabras no bastan. Te das cuenta de cómo la gente, cuanto más mayor, menos da de sí. Los ves, que jamás te reciben con los brazos abiertos, sino están de humor-aunque tú les recibas a ellos-, no valoran los pequeños gestos y si les llamas por teléfono y no te atienden la llamada. Les pillas en excusas ridículas, cuando tú siempre recibes sus llamadas, estés o no de humor. El respeto al otro es máximo, pero aquí esto no se valora y luego estos mismos son los primeros que piden respeto, comunicación. Y conoces a gente que hablan de conciencia, de maltrato y justicia social y lo hacen para darse imagen ellos, para llamar la atención sobre sí mismos, para ser gurús de lo políticamente correcto. ¡Qué asco! Y luego no practican con el ejemplo. Los ves en Facebook, en la calle…Hablas con la gente de aquí, de este país,. Tan faltos de confianza en sí mismos. Pocos son los dados, los que apartan lo negativo y te escuchan. Los que saben separar el yo, de los demás. Todos son mentiras…Todo es estulticia. Vacuidad. Todo.

 

 

Email:Mikel.Goldstain@yahoo.es

Skype:damian48518

 

martes, 18 de agosto de 2015

Tal como sale- FRAGMENTO 4-Damián Patón Fernández


























Primera edición: marzo de 2013

© Damián Patón Fernández

© Ediciones Carena

c/ Alpens, 8

08014 Barcelona

Tel. 934 310 283

www.edicionescarena.org

carena@edicionescarena.org

Diseño cubierta: Davinia Martín

Maquetación: Patricia Vélez

Corrección: Begoña Eladi

Depósito legal: B-9225/2013

ISBN: 978-84-15681-54-0
Bajo las sanciones establecidas por las leyes, quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización por escrito de los titulares del copyright
, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento mecánico o electrónico, actual o futuro —incluyendo las fotocopias y la difusión a través de Internet— y la distribución de ejemplares de esta edición mediante alquiler o préstamo público.



Hay una melancolía extraña en la especie humana. ¡Una melancolía que lo mata todo! Una melancolía que barre la Tierra entera; barre los cementerios. Y los muertos en sus nichos, solos y putrefactos, ya no nos mirarán con sus cuencas vacías; persistirán en el microchip de la memoria. Hay una melancolía que proviene del principio, de cuando éramos inocentes, como el jaguar en su ternura primeriza, como el toro, cuando era un ternero, como la serpiente, cuando era un huevo. Una melancolía que está llena de la artrosis del recuerdo y de una alegría vivaz. Una melancolía que proviene del mito. Porque el mito nace del niño y el niño solo cree en mitos transmitidos, y los mitos transmitidos los inculcan sus mayores «al resto del mundo». Nadie nace con mitos impuestos, sino transplantados, enseñados en suma. Los mitos siempre provienen de la niñez, de la niñez de todos: hay mitos malos y mitos buenos, porque los hacemos así. Así como el mito de la pureza acaba transformándose, irónicamente, en el mito de la impureza, detrás de tanta pureza hay mucha basura, y detrás de tanta impureza, al final, retrógrados buscamos la pureza, que es el mito de la corrupción, pues el mito de la corrupción es la aceleración del sentimiento de la inocencia perdida. El problema de la humanidad ha sido siempre que utilizaba los métodos y los medios «más perversos para llegar al bien, esto es, a la felicidad». El infierno, se dice, está empedrado de buenas intenciones y este fue el mito de los niños que se pervirtieron. Se pervirtió todo. El único mito inconmovible y absoluto para mí, como la alegría y la inocencia y la gran curiosidad sana de los niños, son los únicos motores que mueven el mundo y la humanidad, permitiéndonos seguir viviendo, junto con el sexo y la paz interior, junto con el saber preservarse. Permiten que el idealista —que no el gilipollas, el tonto y el ingenuo— vayan bregando en la maquinaria ruinosa, y a veces achacosa, de la especie humana. El puto mito, el mito enchufado en nuestro organismo, el mito perverso que alcanza hasta el Budismo y el Cristianismo, el Judaísmo y el islamismo; luego vienen los mercachifles y lo joden todo. Yo perdí los mitos, con todas las perversiones, porque soy y he sido un pervertido untuoso. ¡No cambies nada! Transfórmalo. Porque si lo cambias todo volverá a 76 Tal como sale

ser como al principio, es decir, una puta mierda. Y que no nos mate un mal cáncer. Estamos hartos de tanta putrefacción. Sodoma y Gomorra, las estatuas de sal… Joder, ¡hay algún sepulturero en la ciudad! Porque ahora todo está muerto; tan muerto que apesta a vida. Tenemos el alcanfor, tenemos la webcam, Internet, la televisión que está obsoleta, tenemos las compresas, el papel higiénico, tenemos la aguja hipodérmica, los cheques bancarios, el correo electrónico, tenemos millones de medios para comunicarnos a nivel tecnológico, ¡pero estamos solos e incomunicados!, porque no utilizamos el arte de la conversación, porque mirarnos a los ojos nos produce pánico. Coño, ¡hay algún sepulturero en esta puta ciudad! Tenemos tantas cosas materiales que ¡los dictadores demócratas están preparando la segunda edad media de la incomunicación! Ya nadie se toca, no vayan ha infectarse. Están muertos, muertos de pura muerte. Y también tenemos a los estafadores de toda índole, a los terroristas que han cambiado la humanidad (para bien y para mal), tenemos a los bastardos políticos, a la maldita hacienda. Y cuando todo se haya apagado —el sol se apagará— ¿qué heredarán nuestras futuras generaciones?



e-mail: Frenetico40@yahoo.es

skype:damian48518

lunes, 29 de junio de 2015

ESTA GENTE DE AQUÍ


Artículo de Mikel Goldstain/ reservado todos los derechos/Junio de 2015- Barcelona.

Nunca me acostumbro a la gente de Barcelona. Todo y que yo vivo en esta ciudad, que me resulta una ciudad que gana todos los méritos para ser la capital de la mala educación. Una mala educación, sutil, mezquina y rastrera. Los españoles por lo general, solemos ser maleducados y los primeros en practicarla. Es esta gente de aquí. Nuestra gente. Por ejemplo: hoy he ido a comprar en dos supermercados: Open Cor y Carrefour Express. Bien. En el Open, entró. Compro. Es un día festivo. Siempre procuro no ir estresado-a veces es un estado mental, más que una situación, una realidad-. El lugar no es ni pequeño ni grande. Es lo de siempre. Son las once de la mañana. Y ya lo ves: las empleadas están reponiendo material, con toda la clientela pululando. Interfieren el paso. Molestan las empleadas. Será que no es posible reponer antes de abrir. Voy a comprar fruta, para pesarla, pero la báscula está llena de papeles de propaganda. Tendría que molestarme en preguntar, si puedo quitar esos papeles, para pesar y donde están las bolsas. Espero en la cola, guardando distancias razonables. Pero una señora, se pega a mi espalda. Si avanzo un poco, se me pega casi en el culo. Debe pensar que si gana más espacio, acabara antes. La señora que está por delante de mí-es mayor-, recibe el permiso de la dependienta para poner los enseres sobre la repisa del mostrador. No ha acabado el cliente al que acaba de cobrar, y pide al cliente que se aparte, para el siguiente. Todo sea, ir cobrando deprisa y echar al personal. Somos objeto de consumo. Como la señora es mayor y tarda en sacar el dinero a cuentagotas, la dependienta le dice de mala educación que se aparte, que me toca a mí. No lo hace la señora mayor y sigue buscando monedas. Deposito mi compra  y la dependienta me cobra, diciendo el siguiente. Me aparto para cargar mi compra. Voy al siguiente súper, que está al lado de casa y yo pensaba que en festivo cerraban. Aquí el problema se multiplica. Mucha más gente. Compro dos zumos. Llevo mochila. Voy a pasar, pero los pasillos son estrechos y una pareja, que tiene un sentido del espacio particular, me obstaculiza el paso. Pido permiso, pero no se  apartan. Paso como puedo y eso me irrita. Voy a la cola. Detrás de mí se pone la susodicha pareja. La señora que tengo delante, pregunta a la cajera, que es bastante vulgar, si eso que tiene en la mano es mantequilla en paquetitos. Le dice que no, que lo devuelva a su sitio y coja la mantequilla. Así que esperamos mientras la señora busca la mantequilla, algo que me parece absurdo. La cola crece y crece la tensión de muchos tontos que hay en la cola, porque siempre tienen prisa.-y seguro que no saben por qué. Es tener prisa por costumbre. Estrés inducido-. Finalmente la vulgar cajera, vocifera a la señora que se apure. La pareja de detrás, me empuja. Literalmente me empuja. No digo nada para no discutir. Pongo mis dos zumos en la bandeja de la cajera, y ellos que tienes más cosas, apartan mis zumos, sin pedirme permiso-.y ponen cosas. El tío, no me mira, lo hace. La cajera aparta mis zumos y le dice al tío, que no…que no puede pasarlo, como si yo no existiera. La señora viene con la mantequilla enfadada y protesta. La cajera pasa de todo y le da el dinero, como si fuera una cosa, un objeto más. Una vez has pagado, lárgate y déjame en paz, parece ser el mensaje subliminal. Yo pago y abro mi mochila, para meter los zumos. El tío que va con su pareja, me aparta y arroja despectivamente el ticket, yo espero, el cambio. Me da el cambio sobre la repisa, donde está el tío, pero yo con calma recojo el dinero y el tío se pone en medio, sin mirarme. Todo sin mirarme. Termino de poner los zumos en mi mochila y el tío me arrincona, yo no abro la boca, para no entrar en conflicto y me voy. Es como cuando vas al metro, vas a fichar y en el momento de hacerlo, alguien te aparta, ficha y sale corriendo para coger el metro. Al final, acaba esperando como tú, el siguiente metro. Es la gente de aquí. Ese odio, esa actitud, esa forma de menospreciar al otro, sin saber por qué y para qué…Esto es España, pasen y vea. Llámenlo Cataluña .O castilla la Mancha, es España…Somos así. Ustedes juzguen.
 
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sábado, 13 de junio de 2015

LIGEROS MATICES


Artículos de Mikel Goldstain/Junio de 2015-Barcelona-.Todos los derechos reservados.

La convivencia cotidiana, generalmente está llena de intolerancias y tolerancias. Siempre he sospechado de las tolerancias y mucho más de las intolerancias. Hace muchos años, conocí a un crítico de música que se ganaba la vida como funcionario. Se hacía llamar Josep. Por lo menos yo le conocí así. Recuerdo que la primera vez que le llamé por teléfono, contestaba siempre una voz de mujer: ¿Está Josep?  Respuesta contundente: Aquí no vive ningún Josep.  Volví a llamar dos veces más y finalmente la susodicha señora, me colgó. Pensé que me había equivocado. Pero no. No me había equivocado. Josep vivía hay. Pero su mujer no toleraba que le llamen Josep, aunque él se hacía llamar Josep. Por eso no me pasaba la llamada. No sé si eso es ético. Eran funcionarios con plaza en Cataluña. Provenían de fuera. Nunca entendí la estúpida intolerancia de aquella señora, que me ponía en un compromiso. Y ponía en un compromiso a Josep- José. Años más tarde, trabajando (desgraciadamente), como interino de Justicia, (en la época del tripartito), a todos los funcionarios interinos-así nos llamaban aquellos cabrones de los funcionarios titulares-, nos obligaban a subir puntuación, sacándonos  un determinado nivel de catalán. De modo que si tenías el máximo nivel de conocimiento de catalán, obtenías más puntos que si eres licenciado en derecho, por ejemplo. No puedo obviar aquel poeta, que escribía principalmente en catalán y que era un cretino redomado-no por escribir en catalán-, sino por su actitud. Su mujer no dirigía la palabra a los que hablaban en castellano. Cuando no estaba su mujer, era tratable. Cuando su mujer intervenía, él no existía. Un gilipollas. Por cierto recibe muchos premios…como poeta catalán. Pero este artículo de mi blog, no es anti- catalanista, sino anti-intolerancia y sobre todo intolerante con esa palabra que se llama tolerancia. Tolerar algo me suena a soportarlo, a tolerarlo,  en vez de aceptarlo, de comprenderlo. No hace mucho, asistí a un horrible recital de poesía, en una horrible bar, dónde se leyeron no menos horribles poemas de amor en su mayoría, que me parecieron el sumun  de la cursilería. Una de las poetas venía de Murcia, a leernos sus poemas en castellano-sonaban bien declamados. Ilegibles leídos-.Escuchamos un buen tanden de poesías en castellanos, hasta que otros arrancaron en catalán. Fue entonces, cuando los que venían de fuera, pusieron cara avinagrada, protestando por lo bajo, quejándose de que no entendían nada. No creo que el catalán, sea un  idioma hermético y de difícil comprensión como el Vasco, en el que si necesitas estudiarlo algo para entenderlo. Nadie pone cotos a oír algo en portugués o en italiano, incluso en inglés. Una señora mayor-, comenzó a bramar contra la intolerancia de los “castellanos”. Nadie le siguió la corriente.  Muchas veces me encuentro con catalanoparlantes que en absoluto se molestan si me falta vocabulario en catalán  o les hablo sin querer en castellano-soy castellanoparlante-. De tal modo que cuando hablo con ellos-y son muchísimos-, podemos entendernos en catalán-castellano o a la inversa. Son tan comprensivos que me aconsejan hable como más cómodo me sienta. Sin ningún problema. ¿O quizás hablo en Catañol y no me doy cuenta? El catalán es un idioma precioso. Una joya que leída o escrita, tanto como cantada, es de una belleza estremecedora. A mí al menos me lo parece. No hay que olvidar que los dos idiomas son cooficiales: catalán y castellano. Cuando mi hija se graduó de bachillerato en un instituto privado que yo no he podido costearle, en el momento de hablar ante sus compañeros de cómo había ido el curso, la directora, sobre todo, les ordenaba al oído a los alumnos-muchos de ellos ecuatorianos, colombianos, peruanos, etíopes-, que lo dijeran en catalán.. A muchos les intentaron convencer de realizar sus exámenes en catalán, con la dificultad que eso supone para los foráneos.  Sino cultivamos la convivencia, esta chispa, será una llama ficticia de separación. Y yo soy catalán primero, español después. Ante todo persona. Amo Cataluña, en el idioma que sea.
 
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domingo, 3 de mayo de 2015

SOBRE TIERRA DE INVIERNO




Autor: Elías Gorostiaga/ Editorial: Playa de Ákaba/ 62 páginas.
Artículo de Mikel Goldstain/ Todos los derechos reservados/ Mayo de 2015-Barcelona. 

Siento una rara extrañeza singular al escribir sobre este pequeño libro de poemas, que pesa en sus ecos y resonancias. Todos los libros contienen su secreto y su magia alterna, por qué de no ser así, qué sentido tendría abrir la boca del alma y cantar plañideros la salmodia del mundo, que adentro nuestro se nos inoculó como un virus contradictorio en sí mismo. TIERRA DE INVIERNO,  canta, recita y salmodia, un mundo que existe pero que no está a la vista. Para quienes somos urbanitas a la fuerza, el mundo natural que aquí llamea, es distante para nosotros en una evocación idílica, pero no real. Todos los poemas de invierno causan la impresión de una belleza distante, vista desde lejos, pero sentida muy profundamente; lánguidos perros se muerden en esta sombra de leche cremosa. Una impotencia de lo que se siente, extraídas en la supuesta frialdad de imágenes, que queman nada más leerlas y sentirlas. Gorostiaga ha sacado con la boca cerrada y sellada por el silencio, el grito en la poesía de un tiempo que le pertenece, de unas imágenes en blanco y negro. Con el alma, siento está poesía como en esas marismas o brumas  de una Escocia antigua. De un norte aquí, calentándose en el Caribe del recuerdo. Perdonen la retórica, pero no puedo expresarlo de otra manera. Aquí la distancia parece próxima y la proximidad, una distancia, que no rehúye la cercanía. Hay mucho dolor y también mucha melancolía de cosas, sentidos y  emociones perdidas. Una cita: POEMA III, PAG-19: Y allí, en el fondo negro y espeso/donde las huellas se borran/encontrarán una nube de ojos y de peces antiguos/pero ya será tarde para las preguntas/porque en la oscuridad de las pozas/los ojos solo son de terrible expresión.

 

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miércoles, 29 de abril de 2015

SOBRE UN LUGAR CON NIEVE




Un lugar con Nieve- (Antología poética 2008-2015)/ Autora: Noemí Trujillo.
Editorial Playa de Ákaba-480 páginas.- Artículo de Mikel Goldstain- Todos los derechos reservados- Abril 2015.

La nieve tiene un color blanco: agua infinita congelada. En apariencia es fría. O quizás nos parece gélida y no obstante se presta a una belleza mutable, a una calidez impropia de su propia genética.  En la página 480-poema VII-, se lee este pequeño poema intenso: La nieve sobreviene en oleada inmóvil/ De repente, aquí se insinúa: la primera ronda de diálogo sigue en punto muerto. Mi tierra está enferma: es imposible volver a la felicidad. La Antología poética de Noemí Trujillo, recorre a lo largo del decurso de sus poemas, un abanico que se despliega en busca de sí misma, en busca de su voz y en el espejo de su identidad. O por lo menos eso he sentido yo, como lector. Como he escrito en otras opiniones-reseña. (Detesto decir críticas. Me resulta injusto.) La poesía se tiene que leer cuando lo pide el cuerpo, cuando lo ansían los sentidos. La poesía es un arco iris de columnas de colores encendidos que pugnan, afirmando  su identidad tras la tormenta. En toda la poesía que grita sin alzar la voz, de Noemí Trujillo, se invoca qué la necesidad de comunicar  y cristalizar, un lugar en el mundo; un lugar en la nieve fría donde todos caminan hundiendo los pies, en este blanco dónde todos los colores y los poemas se escriben con el color propio de nuestros sentidos. Dejando los ecos y resonancias de las influencias que enriquecen a todo poeta, aquí se le da la vuelta, para configurar la voz propia.(No siempre sucede así). La poesía  sintoniza todas las antenas, con el grito vivo y  enloquecido del mundo, para explicar lo que siente, lo que desearía, lo que es y no quiere que sea. Hay una rabia curiosamente melancólica. Una furia que dispara como abeja dormida en panel de miel, a veces amarga, a veces agridulce. Y los poemas son como carbones humeantes  y todo lector de poesía-de alguna manera todo lector de poesía es un poeta cómplice, se empapa de ese sentimiento-, como he dicho en otras ocasiones, asiste a la liturgia de un canto que le acompaña, con una voz que no le deja solo en su esperanza y desesperanza.

 

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lunes, 27 de abril de 2015

SOBRE EL CAMINANTE DE HOJALATA




Autor: Josep Piella Vila/ Poesía/Editado por Playa de ÄKABA/78 páginas.(I Premio Poesía Playa de ÄKAba)

Artículo de Mikel Goldstain/Abril 2015- Barcelona. 

Como lector, agradezco a los poetas, que aún “caminen”, por este mundo, regalándonos el fruto de su vida interior. Por qué sin poesía, sin novelas, sin libros en general… ¿Qué sería de todos nosotros? El Caminante de Hojalata, pertenece a ese género de poesía que es exclusivo del autor. Todos hemos sido ese Caminante de Hojalata, que ha vagado por las ciudades por el mundo (y su mundo interior), en contraste con la realidad.  Puesto que me leí, este libro de poemas, en determinados momentos de hojalata, cuando la artillería de la soledad me golpeaba, puede sentir esa soledad de las cosas, la ciudad y los demás; en estos poemas, que nos abren  como puertas, la realidad y la hiperrealidad de los hechos. La poesía, lógicamente no es novela y la poesía se debe leer cuando de repente necesitas la compañía de los poemas en medio del fragor de los hechos, de la batalla cotidiana.   Es una poesía transparente, clara, casi como una fotografía. Como si el mismo autor lo hubiera grabado con la cámara de video de su mente , volcándola directamente las imágenes sin aliñar; El fleco de una servilleta de papel, una sala de cine vacía con alguien llorando , solo entre la multitud de butacas vacías. El gentío en el metro. Los niños jugando en plazas castigadas por la ausencia. La luz de la ciudad. La soledad de los cuentos de hadas. El hastío mientras, comes solo en un restaurante, en el cual, todos los comensales están en buena compañía, menos tú. Poemas que poetizan una realidad sin poesía y a fuerza de inspirar ese color insípido; sepia, restallan como un espejo que refleja toda la potencia de su luz. “Tengo miedo a tanto espacio inmóvil”-poema: Camino IV, pagina 15. Y uno siente que el curandero, puede susurrarle cuánticas notas mágicas de tiempos perdidos, en medio de este presente que adolece de visiones digitales, hermosas y deslumbrantes, pero virtualmente carentes de carne y hueso. Aquí la soledad se convierte en una esperanza. Una soledad sin trajes ni victorias, pero tampoco pesimista. Depurada. Depurada, como un payaso sin disfraz. Me he sentido extrañamente identificado con esta soledad de caminos en el cuento de Alicia. Es muy raro. No sabría como decirlo, pero los poemas me han resultado una hoja de ruta, de sentimientos sueltos y fellinianos. “En la habitación de al lado un televisor habla de un atentado con 52 muertos en la cola de una panadería en Kabul”-Camino XIII, página 24. Y. “La soledad es esto, tiempo sin esperanza”.  Lean este libro como yo lo leí, en momentos estacionales, cuando el primer café de la mañana nos hace degustar el día que viene. Somos, Caminantes de Hojalatas, con la textura de la carne y los sentidos que nos da la vida.

 


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viernes, 24 de abril de 2015

VICISITUDES DE UN ESCRITOR EN LA SOMBRA


 
 
 
 
Artículo de Mikel Goldstain/ reservados todos los derechos/ Abril de 2015- Barcelona.
La vida te sitúa, en esa órbita a veces, en la que te convences de que tienes buena o mala suerte. Lo más sencillo, lo obviamos: no hay nada como la salud y ser feliz. El otro día, mirando fotos en Facebook; vi fotos de gente, que me recuerda al asco que me produce la mezquindad humana. He llamado a muchas puertas como escritor desconocido, como escritor en la sombra. Muchas. Me han ninguneado y despreciado hasta límites incoincidibles. Esto ya lo he dicho en numerosas veces. Una de las últimas, tuvo como protagonista a una  señora, que vive en una región de Andalucía. Una señora que se prodiga así misma, poniendo fotos de sí misma en numerosos eventos, en la que ella es la homenajeada, premiada y laureada. . La tal señora-vamos a llamarla, respetuosamente así-, conduce un programa de radio, una web y demás. Le envíe un ejemplar de un libro mío, descatalogado y en fin, lo obvio. Esto él lo más normal. Lo que no es normal es lo que sucedió. Me prometía aquello y lo otro, sin cumplir. Yo no presiono. Quien quiera leerlo que lo lea. Ella no me pidió el libro. Yo pregunte ‘y ella aceptó gustosamente. Fue bastante miserable su actitud. Me ninguneaba  y se mostró altiva y orgullosa. Este hecho es meramente ilustrativo. Una nimiedad con otra vicisitud,  que me sucedió hace un par de años. Me presentaron a un tipo del barrio, que escribía como muchos, como yo. Un tipo calvo y que parecía simpático. La razón de conocernos tenía que ver con escribir un libro sobre Barcelona. (Se escriben tantos). Quedamos en vernos. Yo le regalé un libro mío y él, uno suyo. Al final, le invité a cenar a él y a su pareja. Todo fue bien. Normal. Y no volví a saber nada más de él, a pesar de toparme con él, en el barrio. Ya saben ustedes que existen medios de comunicación: correo electrónico, Facebook, teléfonos móvil y fijo, videollamadas, etcétera. Pero además si te lo encuentras en el  barrio y m iras hacia otro lado, sin razón objetiva alguna…. Bueno, decidí pasar de todo. Hete aquí, que coincidimos en la Primera Jornada de Escritores de Horta-Barcelona-. Por causalidad en la programación de presentaciones, yo estaba antes que él  para las firmas y él, después que yo. Lo más repugnante de todo, es que cuando acabé mi turno; él tipo estaba esperando detrás de mí, sin saludar, junto con su pareja, sentada en un banco con cara de mala hostia. El tipo rodeo la calle y se ocultó, para ni siquiera saludarme. Fijaos bien en la mezquindad humana: le invité a cenar, en una cena normal,  simpática en la que él prometió, devolverme la invitación y demás a su casa. Nunca tenía tiempo para leerse mi libro-yo nunca le pregunté-, pero él en cambio, constantemente, preguntaba, si me había leído su libro. No hubo ningún conflicto, no hubo nada más que lo que cuento. Créanme, en cuanto a la mezquindad humana, todo es posible. He visto al tipo calvo en asociaciones de escritores, haciéndose fotos. Poniendo reseñas de sí mismo, llamándose escritor. Cuanto más poder, más cerca se arrimaba. Pero obviaba, un gesto amable, amistoso, que no tiene nada que ver con la literatura, sino con las personas. No era más que eso. Nada más que eso. Créanme si para ser un artista-, en este caso un trepa, personas que ansían el poder-, uno tiene que comportarse así, es mejor cerrar el chiringuito y retirarse a los cuarteles de invierno. Otros sin embargo son más amables. Los lees, te responden a los correos, pero nunca preguntan por tú obra. Ni les interesa. Les interesa que tú leas su obra, por eso están atentos…Por una cuestión de ego. ¿No les parece triste y patético?
 
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SOBRE LA CANCION DEL BARDO


(Artículo de Mikel Goldstain/ Todos los derechos Reservados)

(I premio Narrativa Playa de Akaba)- Autora :ÜNA Fingal-Editado por Playa de Akaba./167 páginas.



Sucede que al escribir una opinión de lector sobre un libro,  que contiene en sí,numerosas reseñas y opiniones, parece que uno va a la pata coja y redunda en lo dicho. LA CANCIÓN del Bardo, cuenta con pulso sereno, pero desgarrado la historia del joven dublinés, Olcán Finnegan, allá en las postrimerías de la primera Guerra Mundial.De esta guerra y otros sucesos, Olcán nos relata en primera persona, las impresiones; el dolor, la alegría, de todo lo que le acontece, con serenidad, lastrada por un dolor sordo. Hay una especie de pulsión apagada en la narración que se deja sentir. Pero no quiero contaros la historia de estas páginas llenas de una angustia y a la vez superación,  que me desconciertan, no porque se manifiestan, sino porque se esconden. Quisiera decir que a pesar de todos en la historia de Olcán, vence el impulso por la vida, por seguir viviendo, como cantaba Joan baptista Humet en una de sus canciones: Hay que vivir amigo mío. Este libro está contado en voz baja, con calma pero con el dolor y afán de los que estuvieron allí, por alguien que no ha estado, pero por un curioso sentimiento de empatía, se ha metido hasta el fondo, como si Olcán en ocasiones fuera la autora…sin menoscabar al personaje. Y eso sí que asombra. La CANCION DEL Bardo, Está Contada, para todos. Es algo más que una novela histórica-que no lo es del todo-, sino la historia de unos seres humanos en un contexto histórica, pues está es la verdadera historia: La de los seres humanos.

 


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