martes, 12 de julio de 2011

Autor:DAMIAN PATÓN FERNÁNDE-un cuento para Analizar-.

  EL    CUENTO      DE   ANITA Y DEMÁS











Cuando violaron a la pequeña Anita, el día en el que cumplía catorce años, no sospechó, ni por asomo, que, en efecto, el luctuoso percance ocurrido, pudiera llamarse violación. Creyó, que lo sucedido, era un acontecimiento tan normal y aburridamente cotidiano, como respirar. De hecho, el jefe superior de la Policía, en la tranquila localidad en la cual vivía Anita, fue quién la violó. El jefe superior de la Policía, era sin lugar a dudas un ciudadano respetado y famoso por su actitud suave, amable y considerado además persona tranquila y muy equilibrada y como ya es sabido, es harto infrecuente que un ciudadano respetable como el mencionado, cometa violaciones en sus ratos libres y menos, si es el jefe Superior de la Policía;  un individuo a todas luces, nada sospechoso de tales actos. Lo curioso del asunto, es que la violación no pudo ser consumada, pues el Jefe de la Policía, no pudo, consumarla. Era impotente, para más señas y para burla de Ana. La impotencia del jefe superior de la Policía, se amañaba con una porra eléctrica, que utilizaba para dar credibilidad al acto compulsivo de violar, debido al atrofiamiento de su pene, grande eso si, pero poco útil, para el momento oportuno. Su pene, ya no servia, nada más que para colgar de sus luengas y fofas carnes. ¡ESTABA MUERTO!  Cuando el jefe de policía, tenía tales convulsiones y no le era posible efectuar el acto sexual en toda su amplitud, solía vestirse de mujer y hasta el mismo, se aplicaba la porra eléctrica, para saber lo que era sentir una penetración artificial. Y así, sucedía, que violaba a todo lo que se ponía por su camino. De modo, que lector, te preguntaras, si realmente la pequeña Anita, fue violada en su totalidad el día de su catorce cumpleaños… ¡no! La pequeña Anita, sufrió un ligero susto, pero al ver al Jefe Superior de la Policía vestido de señora-no daba el pego-e intentando penetrarla, rompió a reír histéricamente, enseñando grandes dientes, como grandes colmillos, que causaron autentico pánico en el violador impotente. Además, ese mismo día, para mayor INRI de la adolescente, tuvo la regla y  todo el mundo humano, ya sabe lo que eso significa, en especial la parte humana femenina. Nadie sabe como ocurrió el desenlance de esta historia. De hecho, ese día, hacia un frío horrible y Anita, estuvo riéndose durante todo el camino, enseñando sus agudos colmillos y su horrible sonrisa atroz, a todo él que le interceptaba el paso. Daba miedo la adolescente. Iba presurosa a casa, pues la menstruación había manchado su preciosa falda plisada de color naranja que le regaló su abuela dos años atrás, en el día de su doceavo cumpleaños. Su abuela había muerto, como se mueren todos los muertos: esto es…de golpe. El jefe de la policía, fue hallado al día siguiente, muerto como solo puede encontrarse un muerto: boca abajo, en un claro del bosque y con la porra eléctrica incrustada en el ano y vestido de mujer. Un espectáculo bochornoso. La industria de la localidad no detuvo sus motores y las campanas de la iglesia no doblaron por el muerto. Anita creció y un día se marchó de allí, sin el mas mínimo trauma.

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