viernes, 11 de mayo de 2012

DE OTRAS SOLEDADE

Prosa de Damian Patón- registrado en la propiedad intelectual.

  DE OTRAS SOLEDADES

11 de mayo-Damián Patón  Fernández



 A veces, ya sabes, no todo es como uno se imagina. Hay días buenos; festines gloriosos de luz, buen humor. Festines de gente considerada y educada. Festines de amor y comprensión. Pero en ciudades como esta, como Barcelona, el  oprobio de la mala educación, se hace presente y si abres la puerta, ni te mira, ni te saluda, ni te da las gracias. Hay días que uno no tiene ganas de revolcarse en el rebaño, hay días, que es mejor ser misántropo, cerrar con siete llaves, la puerta de tú casa y mirar por la ventana , el decurso del tiempo. Pero hay días, cuyo festín es dulce y agradable y entonces, la humanidad saca a sus muertos a plena luz. Los sacas, a guantazos, a puñetazos de sus tumbas y pasea con sus muertos, por los lugares mas recónditos: los ves del brazo de sus muertos en las ferias, los ves, en las terrazas de los bares, los ves acompañados con sus muertes ,de mujeres hermosas, visitando burdeles y grandes almacenes. Hay días, en el que el olvido es una metáfora obscena y los hombres olvidan lo que hicieron y por que lucharon.  Esos días de festín oscuro, nadie sale de sus casas. Vive la vida, viéndola pasar, mirando con ojo de buen cubero la pantalla de los ordenadores, de los tablets, de los televisores. El celuloide congénito de una soledad, que tiene nombre de mujer travestida, de jugador trucado, en el fondo de los mares donde naufragó un yate imposible…Hay días, en el que cuando miras el nicho de tú futura muerte, te da la ris.. Hay días, en los cuales el odio y las humillaciones salen a flote y te ahogan, como un cúmulo de excrementos que bloquean las salidas de las letrinas. Hay días, en los que mejor es ir de pesca, buscar  el cachalote armonioso de un mar embravecido, dónde cazar hermosas algas marinas y hay días, que la soledad tiene el rugido de las multitudes y la compañía te hace sentirte incomprendido y solo, como nunca lo estuviste, cuando te sentías solo y rechazado, de veras.

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