sábado, 1 de noviembre de 2014

MEMORIAS DEL SIDA (A MIS AMIGOS MUERTOS)


Artículo de Mikel Goldstain./Reservado todos los derechos/ 1 de noviembre/ Barcelona.
 
 
 

 Este artículo, si así puede llamársele, es en memoria de mis colegas que ya no están aquí, en este mundo-o al menos el mundo visible que nosotros percibimos.-.Y no están aquí, porque se los llevó la enfermedad del sida. También escribo estas palabras, a los hombres y mujeres, valientes que mantienen a raya esa negra bestia de la enfermedad del sida, como pudiera ser otra enfermedad. Para mí la peor enfermedad es el rechazo. Todo esto lo digo con el corazón en la mano-aunque siempre lo tengo en el pecho-. Mis memorias del sida se llenan de la tinta del recuerdo de hace ya décadas. Y es que tengo algunos años. Aquella época teñida de Eastman color, cuando Frederick Mercury se fue al Garate y yo, tuve que hacerme la dichosa prueba del sida. En la pantalla vigilante del televisor, se morían todos los que llenaban nuestras horas de ocio moribundo sin dioses: Rock Hudson,  el machote que se murió. Reagan y sus acólitos decidieron perseguir a los que ellos llamaban sodomitas. Se montó una nefasta campaña contra los homosexuales y promiscuos, en la que poco menos, constituían el mal encarnado en el cielo de este purgatorio que suelen llamar Tierra. Y yo me llene de tatuajes de dolor y rechazo. Los dibujos del asco, amartilleaban mi cuerpo. Recuerdo la visita al médico de cabecera y aquella enfermera idiota- ¿existe otro calificativo?-, cuando lleno de vergüenza pedí hacerme la prueba del sida, debido a mis mariposeos-y no voy a ponerme aquí hablar de mi vida privada-. La enfermera no disimuló su rechazo: resoplando, y haciendo gestos de asco delante de mí. Y recuerdo al médico comprensivo y calmo. Así que me hice las  pruebas en el centro de Enfermedades Tropicales. Fueron quince terribles días de angustia. No pude irme con ninguna bailarina, ni abrazar a ninguna y eso en aquella época era pedírmelo todo. Satán sabe de qué hablo, por eso pongo siempre velas a Satán.. Cuando pasaron aquellos quince días, no me es posible olvidar al batallón de gente que esperaba a los resultados. Personas de toda índole y condición. Muchos nerviosos y aterrorizados. Ellas, ellos y todos los otros. Entré en la consulta temblando. El médico comprensivo, me dio la enhorabuena. No tenía nada. Parecía deprimido y hablé un poco con él. Me dijo que muchos a los que le comunicaba la fatal noticia, rompían en llanto, amenazando con suicidarse. A partir dese momento, me hice voluntario en una asociación creada por la Generalitat, que más tarde comprendí, era pura intención política. Resulta despreciable, como muchos asistentes sociales , jugaron con la buena voluntad de la gente.Acompañaba a varios tipos en el Hospital del Mar, como voluntario. Concretamente a dos: el presidiario y un tipo  muy desafortunado. El presidiario  (un canalla, sin duda alguna), sabiendo que tenía el sida, se lo contagió a su mujer a cosa hecha. Un tipo nada recomendable. El otro enfermo, le contagio el sida una bailarina del Bagdad, aparte de saquearle la cartilla bancaria. No se imaginan ustedes el aspecto que tenía, por decirlo con palabras suaves: parecía un esqueleto vestido con una fina capa de piel y me quedo corto. Luego, conocí a más gente. Mucha más: mujeres hermosas con cintura de bailarina que se murieron con el paso de los años, por causa del sida. Me es imposible olvidar a una chica, en especial. Oh, que hermosa era y como me gustaba. Su risa y sus berrinches. Como acariciaba y como se reía. Yo solo sé ,los sentimientos que tengo respecto a ellas, solo que ella ya no está. Pero yo la quería mucha. Si, la quería mucho. Nada más finalizar nuestra catastrófica relación, se contagió. Otras personas con un gran valor, que no salen en televisión-afortunadamente, detesto a  toda esa gente de la televisión-, héroes de la vida cotidiana, (por que no necesitamos ni la televisión, ni a los famosillos para que comprendamos el valor de la vida), se quedaron en el camino. : Quiero añadir entre ellos, a un poeta, que se hacía llamar. Carlos Iguana-, nombre de un personaje de Lorca-. Carlos Iguana, se contagió del sida, por compartir jeringuillas .Librado de la heroína, padecía dispepsia. Alcohólico en estado puro, siempre estaba metido en líos y  peleas, Se le iba literalmente la cabeza a veces. Por eso tuve que dejar su amistad, por su cruce de cables, no por el sida. Murió en el año dos mil doce, creo. Lo barrió por entero la enfermedad. Decía que no podía estar con mujeres. Se negaba este bien del paraíso terrenal y siempre me advertía, en aquel entones, de mis huidas con las bailarinas. Como siempre he sido muy feo, pocas eran las huidas. Seamos claros.
  Quiero rendir un homenaje a todas estas personas. No eran ni mejores, ni peores que tú, que yo o cualquier otro. No eran famosos, ni poetas muchos de ellos, ni tampoco pillaron el Sida, con las drogas, sino que, como aquella chica de  quince años, le contagio el sida su novio , quién a su vez pillo el sida, practicando el sexo con prostitutas sin preservativos. Nadie les echó una mano o simplemente fueron sombras que recorren la tierra, como muchos que mueren de otras enfermedades, como el cáncer, por ejemplo, que para mí, sí que es una verdadera lacra. Pero todos sufrieron el  peor cáncer: el rechazo en su momento de todos, incluyendo amigos, familiares…Y eso , sí que mata…no hay medicamento que lo cure. No olvido libros emblemáticos, como. AL AMIGO QUE NO ME SALVÓ LA VIDA, DE Hervé Guibert . (Es uno de sus libros) Tampoco la película francesa, cuyo director-bisexual-, víctima del sida: LAS NOCHES SALVAJES. Memorias del Sida. A mis muertos conocidos.

 


 skype:damián48518

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