ERRABUNDO
(Texto de Damián Patón Fernández)
Probablemente todos fingían. Eso era lo mas seguro. En
aquel nuevo lugar, todos fingían.
Aunque hubiera viajado desde el Ártico Sur, hasta la Tierra del Fuego, siempre
se topaba con la misma payasada…la misma absurda farsa, que impera en todo
sistema civilizado: fingir que cumples
con las leyes, con la norma. Fingir que te ajustas al sistema, que no desatas
al asesino en potencia que tienes dentro. Por razones, que lindan con lo
patético, allá dónde fuera, en busca de lo que fuere; hallaba siempre el mismo
escenario: LA ESPECIE HUMANA. Con cincuenta años de edad, no era posible
esperar otra cosa. Era un paria, entre los parias. Y aún así, no le motivaban
las razones o frustraciones de los parias. No creía en un destino mejor, sino más
justo. Lon que le impulsaba, era una fuerza superior, algo que germinaba desde
el interior, hacia el exterior. Seguía unido a todo lo que amaba: mujer,
hijos…y el fin del mundo. De su mundo. La Tierra era un enorme prostíbulo. Un
gigantesco supermercado, que rezumaba desolación, consumismo, cáncer, muerte,
maldad, crimen y destrucción. Los poderosos, ocultos en sus jardines virtuales, en sus paraísos
amurallados…dejaban el trabajo sucio para los negreros…los lacayos, los
esbirros convencidos. Y él, pugnaba por hallar, ALGO GRANDE, SUPERIOR Y
SAGRADO. Una fuerza superior. EL PÁNICO LE ENVOLVIA, pero HOSTIAS, ESTABA
ALLI…y ningún cáncer, mala enfermedad, le estaba royendo las entrañas…aún
seguía con el maldito sentimiento de que seguía naciendo, a pesar de que había
nacido hacía cincuenta años. El recipiente estaba a rebosar. Necesitaba vaciar
el recipiente y volver a llenarlo. Las larvas y mucosidades, salían de sus
genitales, pues el sexo, le condujo como embarque en todas las váginas que
hallaba en el camino, dispuestas a ser penetradas. El viaje, cualquier viaje,
seria una comunión. Un descubrimiento. Una catarsis. Una forma de resurrección
o de morir. Ocurrió, que a esa edad en la que los hombres, no son mas que
ancianos prematuros y creen que deben madurar y toda esa mierda-, maduramos con la edad, adquiriendo el
peligro de encerrarnos en nuestros prejuicios…Era pues el momento de la
próxima revolución espiritual. El viaje…el viaje.
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