Artículo de Mikel
Goldstain./Reservado todos los derechos/ 1 de noviembre/ Barcelona.
Este artículo, si así
puede llamársele, es en memoria de mis colegas que ya no están aquí, en este
mundo-o al menos el mundo visible que nosotros percibimos.-.Y no están aquí, porque
se los llevó la enfermedad del sida. También escribo estas palabras, a los
hombres y mujeres, valientes que mantienen a raya esa negra bestia de la
enfermedad del sida, como pudiera ser otra enfermedad. Para mí la peor
enfermedad es el rechazo. Todo esto lo digo con el corazón en la mano-aunque
siempre lo tengo en el pecho-. Mis memorias del sida se llenan de la tinta del
recuerdo de hace ya décadas. Y es que tengo algunos años. Aquella época teñida
de Eastman color, cuando Frederick Mercury se fue al Garate y yo, tuve que
hacerme la dichosa prueba del sida. En la pantalla vigilante del televisor, se morían
todos los que llenaban nuestras horas de ocio moribundo sin dioses: Rock
Hudson, el machote que se murió. Reagan
y sus acólitos decidieron perseguir a los que ellos llamaban sodomitas. Se montó
una nefasta campaña contra los homosexuales y promiscuos, en la que poco menos,
constituían el mal encarnado en el cielo de este purgatorio que suelen llamar Tierra.
Y yo me llene de tatuajes de dolor y rechazo. Los dibujos del asco, amartilleaban
mi cuerpo. Recuerdo la visita al médico de cabecera y aquella enfermera idiota-
¿existe otro calificativo?-, cuando lleno de vergüenza pedí hacerme la prueba
del sida, debido a mis mariposeos-y no voy a ponerme aquí hablar de mi vida
privada-. La enfermera no disimuló su rechazo: resoplando, y haciendo gestos de
asco delante de mí. Y recuerdo al médico comprensivo y calmo. Así que me hice
las pruebas en el centro de Enfermedades
Tropicales. Fueron quince terribles días de angustia. No pude irme con ninguna
bailarina, ni abrazar a ninguna y eso en aquella época era pedírmelo todo. Satán
sabe de qué hablo, por eso pongo siempre velas a Satán.. Cuando pasaron
aquellos quince días, no me es posible olvidar al batallón de gente que
esperaba a los resultados. Personas de toda índole y condición. Muchos
nerviosos y aterrorizados. Ellas, ellos y todos
los otros. Entré en la consulta temblando. El médico comprensivo, me dio la
enhorabuena. No tenía nada. Parecía deprimido y hablé un poco con él. Me dijo
que muchos a los que le comunicaba la fatal noticia, rompían en llanto, amenazando
con suicidarse. A partir dese momento, me hice voluntario en una asociación creada
por la Generalitat, que más tarde comprendí, era pura intención política. Resulta despreciable, como muchos asistentes sociales , jugaron con la buena voluntad de la gente.Acompañaba
a varios tipos en el Hospital del Mar, como voluntario. Concretamente a dos: el
presidiario y un tipo muy desafortunado.
El presidiario (un canalla, sin duda alguna),
sabiendo que tenía el sida, se lo contagió a su mujer a cosa hecha. Un tipo
nada recomendable. El otro enfermo, le contagio el sida una bailarina del Bagdad,
aparte de saquearle la cartilla bancaria. No se imaginan ustedes el aspecto que
tenía, por decirlo con palabras suaves: parecía un esqueleto vestido con una
fina capa de piel y me quedo corto. Luego, conocí a más gente. Mucha más:
mujeres hermosas con cintura de bailarina que se murieron con el paso de los
años, por causa del sida. Me es imposible olvidar a una chica, en especial. Oh,
que hermosa era y como me gustaba. Su risa y sus berrinches. Como acariciaba y
como se reía. Yo solo sé ,los sentimientos que tengo respecto a ellas, solo que
ella ya no está. Pero yo la quería mucha. Si, la quería mucho. Nada más
finalizar nuestra catastrófica relación, se contagió. Otras personas con un
gran valor, que no salen en televisión-afortunadamente, detesto a toda esa gente de la televisión-, héroes de la
vida cotidiana, (por que no necesitamos ni la televisión, ni a los famosillos
para que comprendamos el valor de la vida), se quedaron en el camino. : Quiero añadir
entre ellos, a un poeta, que se hacía llamar. Carlos Iguana-, nombre de un
personaje de Lorca-. Carlos Iguana, se contagió del sida, por compartir
jeringuillas .Librado de la heroína, padecía dispepsia. Alcohólico en estado puro,
siempre estaba metido en líos y peleas, Se
le iba literalmente la cabeza a veces. Por eso tuve que dejar su amistad, por
su cruce de cables, no por el sida. Murió en el año dos mil doce, creo. Lo barrió
por entero la enfermedad. Decía que no podía estar con mujeres. Se negaba este
bien del paraíso terrenal y siempre me advertía, en aquel entones, de mis huidas
con las bailarinas. Como siempre he sido muy feo, pocas eran las huidas. Seamos
claros.
Quiero rendir un homenaje a todas estas personas.
No eran ni mejores, ni peores que tú, que yo o cualquier otro. No eran famosos,
ni poetas muchos de ellos, ni tampoco pillaron el Sida, con las drogas, sino que,
como aquella chica de quince años, le
contagio el sida su novio , quién a su vez pillo el sida, practicando
el sexo con prostitutas sin preservativos. Nadie les echó una mano o
simplemente fueron sombras que recorren la tierra, como muchos que mueren de
otras enfermedades, como el cáncer, por ejemplo, que para mí, sí que es una
verdadera lacra. Pero todos sufrieron el peor cáncer: el rechazo en su momento
de todos, incluyendo amigos, familiares…Y eso , sí que mata…no hay medicamento
que lo cure. No olvido libros emblemáticos, como. AL AMIGO QUE NO ME SALVÓ LA
VIDA, DE Hervé Guibert . (Es uno de sus libros) Tampoco la película francesa,
cuyo director-bisexual-, víctima del sida: LAS NOCHES SALVAJES. Memorias del Sida.
A mis muertos conocidos.
skype:damián48518
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