Artículo de Mikel
Goldstain/Reservado todos los derechos/Septiembre 2016-Barcelona
A veces las palabras se
acaban. La realidad suprema las cerca, las golpea con sus imágenes. Las
arrincona. Te quedas, seco como charco convertido en puro lodo. Sientes que te
ha estafado el tahúr, que acaso, estaba dándote juegos de magia. Pero las palabras
no bastan, como los poemas, como las canciones, como la música. Uno se cansa de
la náusea de las imágenes manipuladas en la televisión: ahora les ha tocado a
los pocos huidos de todas las guerras catástrofes y demás. Lo más horrible, es la
manipulación: siempre implorando al de abajo, para que acuda en ayuda de otros
más desfavorecidos y los oligarcas, se escudan en sus atalayas…Eso si los de
abajo como siempre pringando en todo. Pringando en todo y siendo insolidarios consigo
mismos. Pero las palabras no bastan. Te das cuenta de cómo la gente, cuanto más
mayor, menos da de sí. Los ves, que jamás te reciben con los brazos abiertos,
sino están de humor-aunque tú les recibas a ellos-, no valoran los pequeños
gestos y si les llamas por teléfono y no te atienden la llamada. Les pillas en
excusas ridículas, cuando tú siempre recibes sus llamadas, estés o no de humor.
El respeto al otro es máximo, pero aquí esto no se valora y luego estos mismos
son los primeros que piden respeto, comunicación. Y conoces a gente que hablan de
conciencia, de maltrato y justicia social y lo hacen para darse imagen ellos,
para llamar la atención sobre sí mismos, para ser gurús de lo políticamente
correcto. ¡Qué asco! Y luego no practican con el ejemplo. Los ves en Facebook,
en la calle…Hablas con la gente de aquí, de este país,. Tan faltos de confianza
en sí mismos. Pocos son los dados, los que apartan lo negativo y te escuchan.
Los que saben separar el yo, de los demás. Todos son mentiras…Todo es
estulticia. Vacuidad. Todo.
Email:Mikel.Goldstain@yahoo.es
Skype:damian48518
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