Primera edición:
marzo de 2013
© Damián Patón
Fernández
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Maquetación:
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Corrección: Begoña
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Depósito legal:
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ISBN: 978-84-15681-54-0
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Desde el
principio fui otro que no era yo. No me hallaba en sí. Sin otra condición y en
busca de mí mismo, me extravíe por los senderos y círculos de la vida, al modo
de Dante en su comedia. Y hallé, otro que era yo, pero no era. Moldeado al
gusto y el parecer de los demás. Era como la flauta, por cuyos huecos soplaba y
silbaba la música de los otros, entonada en mí. Pero yo sabía que iba
extraviado por los senderos de la vida y que los lobos hambrientos añoraban la
carnaza. Nadie me entendía. Solitario todos los días de mi vida. Solo conmigo
mismo. Luchador en el mar sin navío de mí mismo. Dije a todo sí y al abrir la
boca, hablaba otros idiomas y cuando decía lo que anhelaban oír, era extranjero
en casa. Extraño en familia; mi patria, mi exilio. Y creían que hablaba,
palabras de otros tiempos.
Esto os
cuento.
Soy el
médium… Vuestro médium.
…pero bueno,
este festín es para disfrutar. Y mis palabras, para los pocos que quieran
leerlas. ¿Querrá leerlas alguien? ¿De verdad? ¿Lee alguien hoy? ¿Quién? ¡Los
ciegos, los ciegos! Quizá dentro de poco, todos los libros de la enorme biblioteca
de la Tierra ardan en la pira del terrible fuego de las más bellas imágenes. Y
nos ahogaremos, cual Narcisos, en el opaco espejo de las pantallas del
celuloide. No necesitaremos espejos. El espejo será la «imagen». Y lo
superficial sustituirá paulatinamente a lo auténtico. Y leer y amar y cortejar
será cosa de milagro. Lo inocuo se cotiza alto en la bolsa. Son los perversos
tiempos del capitalismo, demoníaco y oculto. Su fin y proeza, sin humanidad.
2
Me llamo
Mikel Goldstain y soy una entidad subversiva. El rayo que me penetra. La furia
que revela mis perturbaciones de ánimo. El cero y el múltiplo. «Estoy tan
muerto, que el resto de la humanidad apesta a vida». Soy una perfecta
aberración. Nací con un tatuaje: «El escorpión y la salamandra, luchando en el
círculo de fuego». He huido de tanta lujuria y lascivia que me martirizaba como
una fiebre salvaje. «Es mi educación». Debe ser mi educación y la debilidad que
me nombra. Debe ser que nunca pude aceptar a mis padres. «Debe ser mi jodida
educación, maldita sea». Yo no tenía problemas. No los problemas de todos esos
gilipollas que ruedan por la «gran noria zanahoria de la normalidad». Soy tan
normal que mi sensibilidad se expande como un fuego que todo lo incendia.
«Destrucción y construcción», este es mi nombre.
Este es el
fin de todo.
Aquí podría
explicar por qué no me gusta la gente. Aquí podría explicar por qué creo que la
gente es cruel y su crueldad contribuye a que nos comportemos como la escoria
que somos. No creo en la gente, porque no me gusta y «yo soy la gente». No creo
en Dios, ni en dioses. No creo en la sociedad de consumo, «pero es la única que
tengo». Estoy tan muerto que asciendo a la resurrección de este caos que todo
lo engendra. El sexo es como destruir, como sacar la lengua y explorar el infinito.
El cielo estaba allí, ahora que lo pienso, ahora que pienso en todo eso… en
todas las humillaciones sufridas, en todos los golpes recibidos y en mi
familia. Por lo que a mí respecta, mi familia es lo peor que me ha podido
ocurrir. A pesar de ser hijo de familia numerosa, a pesar del cáncer que a
todos nos devora, si lo que han llamado mi familia, esto es: mis padres y
hermanos (esos extraños) murieran, no sentiría nada. De hecho, los vínculos de
sangre no significan nada. Los vínculos de afecto, de cariño, de compañía…
contienen el significado puro y profundo del amor. El significado de la palabra
familia es el significado de la destrucción sistemática, del odio progresivo en
la fricción constante. Toda familia en mayor o menor medida es el nido donde
confluye la unión por intereses de supervivencia, de religión, de seguridad… la
mujer establece esa sintonía. El hombre la capta y la deforma.
Basura.
Estoy
destruyéndome. Infinitos mundo habitan en mí. Estoy buscando la legión de
apestados que conviven en mí. Soy una anomalía absoluta. Y esto es lo que os
quiero contar. El cero desnudo. La sangre pura y cristalina.
Estoy
atrapado dentro de mí. Las sucesivas imágenes de dolor, humillación y rencor
me martirizan. Estoy atrapado dentro de mi gran ego. Estoy atrapado.
A menudo
siento una soledad que ni las palabras son capaces de definir. Una soledad que
no es de este mundo.
Estamos
aquí, afluyendo como bandadas de ceros infinitos, en llanuras secretas de
desiertos repletos de multitudes de soledad.
Ciertamente inquietante y sobrecogedor. No te imaginaba en esta tesitura, pero mis felicitaciones. Es solo un fragmento, pero es todo un señor punto de partida.
ResponderEliminarGracias.
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