Autor: Mikel Goldstain.
Reservado todos los derechos. Noviembre-2013- Barcelona
(El presente artículo no pretende brillar como valor literario, sino mostrar de manera parca las experiencias del autor.)
Muchas veces me
pregunto porque este país es así. Por qué sucede lo que sucede a nuestro
alrededor y en definitiva…porque nada ha cambiado y todo dios se queda de
brazos cruzados. Solo tenemos que revisar nuestra historia pasada y reciente,
para mirarnos cara a cara. Todo surge desde nosotros mismos. Somos así, por
mala costumbre. En nuestra vida cotidiana nos comportamos así. Las instituciones
están podridas hasta le medula. Todo apesta y la putrefacción no sirve de abono…se
pudre y enrarece el aire. Los de abajo son tan responsables como los miserables
de arriba. La miseria de arriba. La miseria de abajo. Aún tengo fresco ciertos
recuerdos de mi experiencia en el juzgado número dos de Granollers. Y de esto
hace prácticamente una década. Fui allí a trabajar como interino, sin experiencia
en la labor de Agente de auxilio Judicial. El ambiente al principio era bueno. Todas
mujeres, excepto un vejestorio prepotente y engreído que era el magistrado. De
este pobre de espíritu hablaré en otra
ocasión. Recuerdo a las compañeras de los otros juzgados. El ambiente entre
colegas podría decirse aceptable .Con el paso del tiempo, las miserias se
descubrieron. Tuve mala suerte cuando el compañero que primero tuve, se marchó
a otro juzgado y le sustituyó una arpía, miserable. Es otro asunto. Recuerdo
que solía hablarme con otra agente del juzgado de al lado, el juzgado número
uno, una tal lA. Siempre me resultó una
persona agradable y razonable. El tiempo demostró que no era así. Tenía
problemas con su compañero de trabajo, que al final pidió traslado a otro
juzgado, fuera de Cataluña. El tipo me llamaba por teléfono de vez en cuando y
en fin, eso le molestó a ella. Ignoro el por qué. Yo me hablaba bien con ellos
dos. Recuerdo que su actitud, pasó de ser amiga a hostil, sin malas palabras,
sino con hechos…algo por otra parte bastante típico en el mundo laboral
femenino. En cierta ocasión de regreso de unas minivacaciones, alguien manipulo
el aire acondicionado y mira por donde la culpa era mía, cuando yo había estado
de vacaciones. No sé quién propagó la
leyenda de que yo lo estropeaba todo. La juez interina-por lo demás una
incompetente total, según manifestación de los abogados, quienes la calificaban
de una ignorante en derecho-, me culpaba a mí. A, me dijo si yo lo había manipulado
y dije que no. Pero me di cuenta de su actitud hostil, sorda y callada. De eso
pasó a considerarme un tío raro al que le ocurrían cosas raras en el juzgado.
Ni más ni menos me ocurría lo que a todos y más en un juzgado donde se
resuelven conflictos de toda índole. A ella nunca le habían ocurrido, pero me culpaba
de ello. Y sobre todo me culpaba de que me hablara con su compañero ya en otro
juzgado y de no estar en su bando. Más adelante tuve problemas con mi nueva
compañera, por lo demás una puta rastrera que carecía de categoría y se encerraba
en el despacho del magistrado baboso para INTENTAR
CAMELARLO. COMO SURGIERON DIFERENCIAS ENTRE ELLA Y YO…HASTA EL MOMENTONO HABIA
PROBLEMAS EN EL TRABAJO, PERO ELLA INSISTIA EN QUE CADA UNO DEBIA HACER SU
PARTE, CUANDO EN UNIÓN ERA MAS RÁPIDO…LOS JEFES SE PUSIERON DE PARTE DE LLA Y
EN FIN….
Otra agente M, de otro juzgado hizo lo propio…El ambiente fue enrareciéndose. Necesitaban
un chivo expiatorio. Así es como funcionamos en este país a todos los niveles,
aun cuando el ejemplo parezca poco ilustrativo, es claro.
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