Baila el
esqueleto selvático en los compases de la noche herrumbrosa, su aire de muerte,
mientras los firmes alcohólicos lloran su vínculo con el asco y la amargura y
la realidad se convierte en un cometa sin regreso. Baila el esqueleto
selvático, su aire de muerte y la aurora teñida de heroína y fuego, envía
racimos de muertes a la calle de esta ciudad. El fabricante de imágenes,
excreta ataúdes para devorar la ceniza. Legiones de hueco y soledad, alimentan
la nada y el vacío. El esqueleto selvático y herrumbroso, crece en la
impotencia suprema. Nadie ha de mencionar nuestros nombres en los círculos
quebrantados de la soledad. Vocearán nuestros ultrajes en los caminos y vendrán
sin amaneceres ni noches y arco iris remedados de fuego; niños al socaire que
conocen la artesanía del cuento y el fabulador. Pederastas desnudos y
vacilantes, atrapados en el ebrio ramaje de los alcohólicos, siempre apresados
en la rabia, la muerte y la esclavitud, en el vaso y en el alma.
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