Autor: Damián Patón Fernández
Hay hombres que sueñan (en vano) con mujeres de postal
Pero siempre encuentran al hombre que es la mujer ajena
Hay hombres que nunca amarán mujeres, que solo quieren ser amadas
Hay hombres que nacieron para la guerra y la lucha
Jamás para el amor
Y hombres que tocan la cítara
Que beben y fuman en sórdidos garitos
Y saben amar con los dedos mutilados
Y las manos atadas
Hay hombres para quienes los labios de mujer son un rescate
Una recompensa
Un día de saldo gratis
Y paga doble el fin de semana
Hay hombres que son piratas en casa
Y amantes delicados en los burdeles
Hombres que no trabajan ni un palo en el agua
Y enamoran hasta el aire que los otros respiran
Hay hombres que menstrúan como todas las mujeres
Y derraman su semen a plazos
Como un mendigo en palacio
Hombres cuya belleza
Dejaría ciego a un Cíclope
Hombres cuya belleza no se ha escrito jamás en la pintura de los días
Hay hombres que es mejor dejar para el final
Como los postres
Para saciar el apetito en festines de júbilo
Hay hombres que no necesitan trajes ostentosos
Para untarse de poder
Hombres que nacen y viven en cárceles
Por crímenes cometidos
Y victimas que viven en libertad por delitos sin cometer
Hay hombres que perforan y penetran con toda su impotencia
La belleza imposible de un hermafrodita
Hombres para quienes el hijo es siempre su hijo
Mujeres para quienes el hijo es siempre la posesión
El juguete contra el hombre al que no pueden dominar como al hijo
Hay hombres cuyo silencio suena a música celestial
Hombres cuya maldad es peor que la maldad de la mujer
Y mujeres cuya perfidia dejaría en ridículo hasta la más venenosa de las serpientes
Hay hombres cuya fuerza reside
No en su billetera o su bragueta
Sino en su encanto sin par
Hombres que te miran y te desvisten con su fuego
Hay hombres cuyo corazón es un sintagma nominal
Una fuerza volcánica
Hombres a quienes cuando se les cae el pelo
Siempre tienen barbas frondosas
Que acoge un pecho frío
Hay hombres que se vuelven locos por las piernas de las bailarinas
Incluso por los pechos de la mujer de su hermano
Pero jamás traspasan el umbral
Acaso respetuosos con la fe
De sus instintos
El deseo no mata al hombre
Es la mujer quién retuerce el deseo
Hay hombres que solo sueñan con travestidos
Hombres que solo quieren gloria y poder
Hombres que un día retornan a la niñez
Al primer encanto
A la primera sonrisa
Y un día
Se mueren como todos
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